- Sí, profe, es difícil que nos lo den, pero podríamos intentarlo de nuevo-
- Ya lo intentamos el curso pasado, y el pasado…- Insistía el profe con pocas ganas de ponerse frente al ordenador.
Una voz salió de la nada, (como) un duende - Yo si quieres te ayudo, nos ponemos y nos repartimos el trabajo-
- Pues… pues… bueno, por hacerlo que no sea – Resignado pensó el profe.
Pasaban los días, los meses… ya había pasado el primer trimestre, y en el colegio aún no se sabía nada. Y aunque el profe pensaba que el asunto había quedado olvidado, los duendes seguían insistiendo. Cogían el teléfono de vez en cuando, y de despacho a despacho preguntaban por eso que para nuestra biblioteca era un sueño.
Y llegó la Navidad, y las vacaciones. Y cuando apenas el reloj había marcado las doce de la noche, de un nuevo día, de un nuevo año, los duendes llamaron contentos al profe:
- Hola duende, ¡Feliz año nuevo!-
- ¡Feliz año nuevo, compi! Este será un gran año… - Pues ¿Quién lo diría?
- ¿Sabes una cosa? ¡Nos lo han dado, nos han aceptado! –
- ¡No me digas! ¡Qué bien!-
Aquello en lo que el colegio había trabajado durante algunos años, por fin había llegado. Con aquel proyecto de “Mundo Clásico de Grecia y Roma” se había hecho posible la entrada en REBEX, la Red de Bibliotecas Escolares de Extremadura, de nuestra Biblioteca del CEIP Leandro Alejano. Un gran logro, teniendo en cuenta que solo trece centros educativos de toda la comunidad fuimos seleccionados de entre casi sesenta colegios e institutos.
Y entonces comprendimos que, al igual que los duendes, los sueños se pueden hacer realidad. Aunque sin olvidar que las cosas buenas, la mayoría de las veces, no son fruto de la suerte, sino del esfuerzo, del trabajo y la ilusión que ponen, no solo profes, sino los duendes…
… ellos viven sobre todo tras esta puerta, y nos llenan de historias, cultura, magia y aventuras. Los duendes hacen que las letras se vuelvan palabras, y las palabras sentimientos y emociones. Hacen que las páginas se conviertan en pantallas de colores, en caminos a todas partes. Que toquemos el fuego sin quemarnos, que nos entremos en el agua sin mojarnos, que nos acerquemos a un dinosaurio sin ser devorados… que nos enamoremos del que leemos sin habernos encontrado.
La puerta nunca había estado cerrada, pero hoy todavía está más abierta.
Adelante, aquí comienza la mejor parte. Que los duendes te acompañen.
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