Ganadora 5º de E.P.: Azucena Ramajo Martín
LA OTRA POMPEYA
Érase una vez una niña que se llamaba Aelia que vivía en una ciudad llamada Pompeya. Aelia era una niña muy amable, ayudaba a su familia en las tareas del campo y también era muy curiosa. Ella después de ir a clase y ayudar a sus padres, le gustaba ir al monte, en este monte había un volcán (El Vesubio) al que todo el mundo temía porque de vez en cuando expulsaba ceniza y siempre estaba con su hilo de humo constante.
Un día mientras Aelia estaba tumbada en el suelo, viendo como se mecía los árboles, vio cómo unos pasos más adelante de donde estaba ella, se hundió un trozo de tierra. Al asomarse vio un río de lava que iba en dirección a Pompeya.
Aelia corrió a la ciudad y buscó a sus amigos: Marcus y Elvia. Fue con ellos hasta el lugar donde estaba el enorme agujero y decidieron ir a avisar a sus familias. Los niños les contaron a sus padres lo que habían visto y no les hicieron caso. Decían que era normal, ya que el volcán estaba siempre "haciendo de las suyas". Aelia, Marcus y Elvia, al ver que no les hacían caso, decidieron hacer algo, que que la gente se reía de ellos. Entonces pensaron en hacer un muro alrededor de la ciudad.
Sabían que les iba a costar mucho, pero no cesaron en su empeño. Sus familias, al ver que ellos se pasaban la mayor parte del día construyendo el muro, decidieron ayudarles. Así poco a poco, toda la ciudad se puso manos a la obra, construyendo el muro en dos días.
Al día siguiente de terminar el muro, la ciudad se despertó con su ritmo normal: el bullicio de los mercaderes y las risas de los niños. A media tarde empezó a temblar mucho el suelo y el volcán arrojaba cenizas y humo como si fuera el fin del mundo.
Aelia, Marcus y Elvia alertaron a sus vecinos y entre todos decidieron subir a lo más alto de la colina opuesta al volcán dejando la ciudad vacía. Ya no se escuchaba a nadie, parecía una ciudad abandonada.
El Vesubio comenzó a erupcionar y el río de lava era inmenso, pero el muro construido por todos, de momento aguantaba bien la embestida de la lava. Pasadas unas horas, el volcán fue apaciguando y dejó de expulsar lava. Ni tan solo expulsaba ceniza. Fue como si de repente el volcán se durmiese. Aelia, Marcus y Elvia fueron tratados como héroes y gracias a ellos su ciudad siguió prosperando.
Aunque parece un final feliz, ahí no termina la historia de Pompeya porque Aelia, Marcus y Elvia nunca llegarían a imaginar lo que pasaría muchos años después en Pompeya.
Fin
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